Queso y vino: buscando el amante 10 y el máximo placer
Acerca del maridaje, como dirían los profesionales y los cursis, entre queso y vino, o vino y queso, que tanto monta como monta tanto, hay escritos y dichos a millones. Los mitos sobre esa armonía tan sutil y polémica nunca se agotan.
Estamos antes dos personalidades de enorme carácter: el queso y el vino. Pueden ser los amantes pefectos que desbordan la noche más sensual jamás vista o caer en la rutina de un matrimonio ruinoso que se sostiene por la pesadez mórbida de la costumbre.
El maridaje (otra vez la palabrita de marras) entre queso y vino tiene una sola regla de oro: no existen reglas fijas ni un canon a seguir. Todo es subjetividad. Lo más que se puede hacer al respecto es hablar de sugerencias tímidas, de experiencias particulares o de opiniones de corte íntimo y personal.
Eso sí, un buen queso puede hacer excelente a un mal vino. Al contrario, es más difícil.
La compatibilidad entre un queso y un vino depende... de tus cinco sentidos. Nada más. Y nada menos.
Apunta este consejo no-consejo: lo apropiado es que queso y vino no se pisen. Incluso que no se maten. Que corra el aire entre ellos. Que dialoguen de manera coloquial y directa. Si el erotismo surge entre ellos, ¡a la cama ya mismo! No lo dudes, no dejes para mañana lo que puedas amar hoy.
No obstante lo dicho, aseguran algunos estudios “científicos” que el vino sabe mejor acompañado de queso. Que así se reduce su acidez y astringencia naturales. Que el sabor del vino resiste y persiste mejor en boca.
A grandes rasgos es recomendable no-recomendable elegir quesos y aromas en los que sabores y aromas propios de cada uno se complementen y no entren en disputa estéril. Queso y vino debe ser protagonistas estelares que no se roben planos recíprocamente.
Parece ser que los quesos de sabor suave ligan bien con cavas, champán, blancos secos y tintos jóvenes.
La experiencia acumulada de siglos indica que los quesos de sabor pronunciado e intenso buscan amor romántico con tintos con cuerpo, crianazas, reservas o gran reservas, e incluso sienten un placer especial de la mano de los vinos dulces.
Entre queso y queso y vino y vino, no está de más llenar el instante con un pequeño trozo de manzana.
Hay quienes disponen en un cuenco como melodía ambiental a base de almendras, nueces y/o avellanas. Los gourmets de tronío descartan los frutos secos radicalmente. Por principios (sea eso lo que fuere que sea). Tú verás.
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Sugerencias de usar y tirar
- QUESOS TIERNOS
- QUESOS SEMICURADOS
- QUESOS CURADOS DE OVEJA
- QUESOS CURADOS DE CABRA
- QUESOS DE SABOR FUERTE O POTENTE
- QUESOS DE SABOR DELICADO
- QUESOS DE PASTA BLANDA
- QUESOS DE PASTA CREMOSA
- QUESOS AZULES
- QUESOS DE OVEJA O VACA DE PASTA DURA
- QUESOS VIEJOS Y AÑEJOS
- QUESOS BLANCOS, SUAVES Y TIERNOS
- ARMONÍA POR CONTRASTE
- Flechazos a primera vista
Sugerencias de usar y tirar
Pasa por ellas con pies de plomo y actitud crítica. Sé osado/a, equivócate, vive tu propia experiencia, toma nota y vuelve a empezar. El amante perfecto o ideal siempre llega. Está al caer. O no llega jamás de los jamases.
QUESOS TIERNOS
Prueba con blancos secos y ligeros o rosados con energía.
Los vinos de aguja y cavas de brut natural rebajan las grasas del queso.
QUESOS SEMICURADOS
Dicen los que saben que les ponen mucho los tintos juveniles con pocos taninos y los blancos afrutados.
QUESOS CURADOS DE OVEJA
Se oye por ahí que son ideales los vinos generosos.
QUESOS CURADOS DE CABRA
Acompaña en mesa con vino tinto de crianza. Y si el queso es añejo busca el contraste o sube el monto de la apuesta: un reserva tintorro o un rosado afrutado.
QUESOS DE SABOR FUERTE O POTENTE
En la variedad está el gusto. La decisión es tuya y nada más que tuya. Tintos jóvenes, blancos melosos o acaramelados, vinos espumoso e incluso caldos dulces.
QUESOS DE SABOR DELICADO
To be or not to be: blancos secos o tintos de cuerpo entero.
Para la variedad de queso semicurado, elige, si quieres, un vino espumoso.
QUESOS DE PASTA BLANDA
Juégatela con un blanco: seco, mineral, ligero y afrutado. O aciertas o no aciertas: tienes el 50 por ciento de posibilidades a tu favor. Ganar en los juegos de azar es inmensamente más difícil.
QUESOS DE PASTA CREMOSA
Cava o champán debería ser tu primera opción (o no). Apunta la segunda alternativa: un tinto aromático y de gran vigor.
QUESOS AZULES
Estamos ante amantes de rompe y rasga. No te achiques. Querer es poder. Tintos fuertes con mucho corpachón. Blancos jóvenes, secos y subidos de grado alcohólico. Vinos espumosos fortachones con toques o matices florales. O vinos dulces más que poderosos.
QUESOS DE OVEJA O VACA DE PASTA DURA
Piden a gritos (no es para tanto, ehhh, es solo un recurso estilístico) vinos con recuerdos a madera muy estructurados, blancos serios y potentes o vinos generosos.
QUESOS VIEJOS Y AÑEJOS
Hablamos de amores otoñales que buscan el detalle y la profundidad en los afectos. Estas relaciones requieren vinos de acusada personalidad, intensos y de mucha fuerza interior.
QUESOS BLANCOS, SUAVES Y TIERNOS
Para amoríos estéticos y elegantes: blancos ligeros o rosados que saben a violetas o bayas silvestres.
ARMONÍA POR CONTRASTE
La norma no-norma es sencilla: citas casi incompatibles de quesos suaves con vinos potentes o de quesos potentes con vinos suaves. A veces, estas parejas tan contradictorias funcionan deliciosamente.
Flechazos a primera vista
Queso cheddar: tintos ligeros o potentes y blancos burbujeantes
Queso feta: tinto ligero o blanco afrutado
Queso gruyêre: blanco semidulce o tinto potente
Queso brie: vino tinto, blanco crainza, cava o champán
Queso Camembert: cava, champán o vino blanco de crianza
Queso Münster: blancos jóvenes y afrutados
Queso Roquefort: vinos dulces o generosos
Queso Appenzeller: tintos de una pieza, contundentes e intensos
Queso manchego: tinto cranza de mediana intensidad
Queso parmesano: vinos generosos
Queso Barolo: vinos aromáticos
Queso fresco de cabra: blancos jóvenes y aromáticos
Queso mozzarella: champán o cava
Queso Gouda: caldos espumosos
Queso Gorgonzola: vinos dulces y afrutados
Para fondue: vinos ácidos
Lo redicho: en cuestión de maridaje (otra vez la palabreja totémica y casi tabú) entre queso y vino, el experto/experta eres tú. Y nadie más. Confía en tu paladar.
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